Es indiscutible que las nuevas tecnologías, la conexión del mundo a través de internet y la pandemia, entre otros factores, han llenado nuestra lengua de extranjerismos, particularmente de anglicismos.
En este espacio he señalado que, si bien es posible defender la búsqueda de alternativas en español, también hay que reconocer que existen equivalencias que no son prácticas o que difícilmente se asentarían. Cuando la mejor opción es usar una voz extranjera, lo indicado es marcarla, por ejemplo, en cursiva o entre comillas.
Sin embargo, otra vía es adaptar las palabras que vienen de otras lenguas, lo que implica tener en cuenta la ortografía.
Una de las voces más frecuentes en medios de comunicación, redes sociales y plataformas digitales es «pódcast». Al tener acento en la penúltima sílaba (palabra grave o llana) y no terminar en vocal, «n» o «s», debe llevar tilde.
Otro término popular ha sido «spoiler», que con cierta frecuencia se ha adaptado como «espóiler», acentuada así según el mismo criterio.
Existen ejemplos más debatibles. Varias veces he mencionado el caso del acrónimo lexicalizado «covid» (pronunciación como palabra aguda) o «cóvid» (pronunciación como palabra grave). Algo parecido sucede con «bitcoin»: aunque la adaptación más recomendada ha sido «bitcóin» (por considerarla una palabra aguda), también hay quienes ponen el acento en la primera sílaba y, por lo tanto, defienden la grafía «bitcoin» (como palabra grave, sin tilde).
Finalmente, es común en redes sociales hablar de «bio», un acortamiento de la voz inglesa «biography», que se refiere a la descripción que aparece en los perfiles. Adaptado al español, formaría un hiato (como «tía») y, por lo tanto, debería tildarse: «bío».
¿Qué otros extranjerismos podrían ajustarse con nuestra ortografía?