El Museo de la Radio

Un museo de la radio en Meruelo

La familia de Francisco González de Córdova ha cedido 200 receptores que se exhibirán en el Consistorio

La radio era su pasión. Coleccionó receptores de todas las épocas y modelos con un sueño rodando siempre en su cabeza: abrir un museo para mostrar los 200 aparatos que había ido atesorando. Su idea era dar forma al proyecto con la jubilación, al tener más tiempo libre. Pero el mismo año de su retirada laboral el santanderino Francisco González de Córdova falleció sin poder cumplir este deseo. Su esposa, Carmen Asín, y su hija, Raquel, tomaron el testigo de ese anhelo y no han cejado hasta conseguir un espacio en Cantabria donde exhibir estas joyas.

El futuro museo de la radio se ubicará en el interior del Ayuntamiento de Meruelo. Varias salas del edificio municipal acogerán esta exposición permanente formada por cerca de 200 aparatos de radio, que permitirán conocer la historia y evolución de este medio de comunicación. La familia ha cedido la colección al Consistorio, que ha licitado y adjudicado la organización y montaje de este museo que se prevé pueda ser una realidad el próximo verano. En estos meses, el investigador José Manuel Besada trabajará a fondo en la catalogación de los receptores que «se distribuirán en distintas salas según la época a la que pertenezcan» y se completarán con paneles informativos con contenidos históricos y sociológicos que guarden relación con los equipos.

Se incluirá, además, numerosa bibliografía y objetos sobre este medio recopilados por González de Córdova así como archivos sonoros de cada época destacando la revolución que supuso en España la aparición de la radio en 1924 alrededor de la cual se sentaban las familias para escuchar ‘el parte’, el ‘diario hablado’ o las ‘radiotelenovelas’. «Será una muestra divulgativa, interactiva y educativa. Un museo de gran importancia por su temática y por la transcendencia de este medio en la comunicación y el desarrollo de las civilizaciones».

La pasión de un niño ciego
La afición de González de Córdova por el mundo del periodismo y en particular por la radio brotó cuando apenas era un crío. Con diez años se quedó ciego, y quizás esta condición le volvió inseparable de este aparato y sus voces. Tanto le gustaba que a los 14 años consiguió el carné de escucha de la URE (Unión de Radioaficionados Españoles) y de adulto obtuvo la licencia realizando conexiones con su propio indicativo. Esa pasión le llevó a empezar a coleccionar receptores. «Las primeros se los dio la familia y las amistades que sabían de su afición», rememora su esposa.

«Mi marido coleccionó radios de todas las épocas con el sueño de montar un museo y exponerlas»
CARMEN ASÍN | ESPOSA

Tras estudiar Derecho, empieza a trabajar – siempre en el ámbito de los servicios sociales, llegando a ser director general de Bienestar Social del Gobierno de Cantabria entre 1995 y 1999 – y con los ahorros va adquiriendo radios de todas las épocas a anticuarios de cualquier punto de España. «Siempre que hacíamos en familia algún viaje aprovechaba para comprar alguna receptor o algún libro sobre la historia de las emisoras de esa ciudad». «Primero fue comprando lotes de radios y luego solo las piezas que más le interesaban», apunta Raquel, con el nítido recuerdo de su padre sentado en casa escuchando tranquilamente este medio. «Le encantaba tocar los mandos, palpar la caja para apreciar sus formas y distinguir los modelos».

ANA COBO
Distintas procedencias
Entre la amplia colección destacan las radios de lámpara de madera noble, con los primeros modelos ‘capilla’ de los años 30, las ‘postcapilla’, luego llegaron las baquelitas que dieron paso a los pequeños transistores de los 70. Contemplarlas es viajar en el tiempo por su evolución técnica y estética. Admirar su belleza e imaginar las historias que contaron sus ondas. Algunas esconden curiosas procedencias. «La gente a la que ayudaba en Servicios Sociales a veces le regalaba alguna radio vieja en agradecimiento. Un día trajo una que había estado en una cuadra y estaba llena de excrementos de gallina», cuenta Carmen sonriente. Otra tuvo una segunda vida tras la guerra. «Entonces las requisaban y a una tía de Paco se le ocurrió esconder en casa las ‘tripas’ de la radio, las lámparas. Años después encontramos a la venta el armazón requisado en un escaparate de un comercio de la plaza Pombo, y pudo unir las dos partes», narra con un entusiasmo contagiado.

«Cuando me presentaron la idea lo vi muy interesante y me sorprendió la gran cantidad de aparatos»
EVARISTO DOMÍNGUEZ | ALCALDE DE MERUELO

Cuando falleció Francisco, ambas viajaron a París al mercado de Las Pulgas, donde él ansiaba ir, y compraron el último receptor para sumarlo a esta colección en su memoria. Pero aún les quedaba por cumplir el sueño del museo. Han llamado a las puertas de infinidad de organismos oficiales de Cantabria ofreciendo la colección. «Solo la escuela de Ingenieros Industriales mostró interés», pero fue inviable por falta de dinero. Hace dos años, Carmen visitó el Museo de las Campanas de Meruelo y pensó que «algo así» quería para las radios de su marido.

Y se presentó ante el alcalde, Evaristo Domínguez, para trasladarle su idea. «Me pareció realmente interesante y me quedé sorprendido por la gran cantidad de aparatos. Nos pusimos a moverlo y el único local disponible ahora es el Ayuntamiento, pero en un futuro no descartamos ubicarlo en otro espacio propio», explica el regidor. La cesión es por cinco años, pero si se cumple el acuerdo, donarán la colección. Entre los requisitos que pide Carmen es que el museo sea visitado por niños de muchos colegios «para que aprendan la historia de la radio».