El narrador y la radio

Por Alfonso Caldazo Ruíz para RadioCubana.cu.

El narrador es una figura elemental de la radio. Cuenta situaciones reales o de ficción en el momento que transcurren dramatúrgicamente; describe personajes, estados de ánimo, desplazamientos espaciales, paisajes y atmósferas.

Con el calificativo que lo define sugiere, además, a quienes cuentan el desarrollo de un evento deportivo o cualquier otro de carácter social multitudinario según transcurra. Esta es una de sus funciones más extendidas en la radio de hoy, y data de sus albores; mas no sería suficiente circunscribirlos solo a esa, pues lo confinaríamos dentro de un perímetro demasiado estrecho.

El narrador no nació con la radio; más bien fue su primer hijo adoptivo. Se trata de un sujeto que data de los tiempos cuando primaba la oralidad; entonces deambulaba un “decidor” ocupado en contar al público reunido en plazas y calles, cuanto acontecimiento resultara de interés colectivo.

Contadores y cantadores bohemios, lo mismo que quienes versificaban sucesos fueron, de alguna manera, los primeros narradores. La radio lo adoptó cuando transitó de lo tecnológico a lo mediático para convertirlo en su principal trasmisor de ideas, a la par que contador de historias reales o no, escuchadas a través de los radiorreceptores. Por ello es complicado – muchas veces – delimitar entre narrador y locutor donde termina uno y comienza el otro, por lo que se prefiere aceptar cierta funcionalidad biunívoca entre ambos.

Los espacios dramatizados en la radio fueron en su expresión más rudimentariala trasposición “de la teatralidad a la radialidad”. Así comenzaron los conflictos carenciales de un medio de difusión original, cuya única puerta de entrada al conocimiento humano es el órgano auditivo. ¿Cómo “hacer ver” dónde acontecía la trama de un cuento, caracteres de personajes y el hecho dramático en sí? Correspondió al narrador encargarse de dicha tarea.

Las primeras dramatizaciones radiales tenían una sola voz – la del narrador -, algunas veces desdoblada para interpretar algún que otro personaje cuando la circunstancia lo requería en función de una mejor comprensión de “lo contado”. El narrador o narradora, además de contar su historia la “actuaba”, al tiempo que describía la atmósfera del suceso y el suceso en sí. Entonación, tiempo, denotaciones anímicas y una elevación teatral en la altura de su voz fueron sus únicas herramientas hasta la aparición de los primeros elencos de actores, la música funcional y los efectos sonoros.

En los cuentos, novelas y teatros de la radio actual el narrador prevalece, y nadie cuestiona su presencia. No podemos prescindir del narrador como sí pudo hacerlo la televisión gracias al recurso de la escenografía como valor agregado a la visualización de los personajescon sus modos de hablar, expresiones no verbales, vestuario, maquillaje, música funcional, efectos lumínicos y sonoros; un conjunto en que la caracterización individual se complementa con los recursos de ambientación, todo un holismo mediático del producto audio-visual.

En el caso de la radio el narrador fue su primer recurso para contar historias reales o imaginarias. En nuestro tiempo sigue siendo necesario, aunque en menor proporción de acuerdo al nivel de creatividad de cada realizador que, con otros recursos, sea capaz de suplantar parte de su función; ello teniendo en cuenta que el narrador, aun sin personificaciones, es en sí actor o actriz. Desde la primera persona funciona como un seguidor de luz que se proyecta y desplaza por todo el escenario hasta que por momentos se detiene para enfocar la atención sobre lo más significativo de la trama.

En la radio no podemos prescindir del narrador. En espectáculos deportivos y eventos sociales como desfiles – cito uno – es el único recurso con que cuenta el medio, y para tales casos a veces se emplea más de uno.

En los dramatizados, con el sabio aprovechamiento de las herramientas del lenguaje radial – lo cual reclama imaginación y mucho talento –, el narrador podrá ceñirse a situaciones y momentos donde los otros elementos no bastan para lograr que “lo contado” surta el efecto que se pretende.

Todo es cuestión de añadirle más visualidad auditiva al producto radial; propósito que hace de la radio el reto que ha sido y es para quienes la asumen convocación responsable y creativa.

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